jueves, 5 de agosto de 2010

En el desierto de mi soledad

Los días me parecen todos iguales,
la gente camina de prisa, abrumada
y quizás algo desorientada, encerrada
en su propio mundo.

El sol algunas veces quema mi piel morena,
la lluvia hace que mis días decaigan un
poco más, y ni que decir del inesperado
frío que me hace extrañar aún más la
calidez de tus brazos.

Ya no siento mis pasos al andar,
y mi alma camina entre la gente,
desapercibida e ignorada por el
universo, mientras mis ojos
buscan angustiosamente tu
mirada entre extrañas multitudes.

Sólo me queda mi soledad
que me acompaña siempre y
se hace más presente cuando tu ausencia
es tan constante como los segundos.

Te extraño y soy tan culpable de sentirlo
que ni siquiera me atrevo a pronunciar
dichas palabras, aunque el corazón tiene
una mínima esperanza de volver a encontrarte
entre la intensidad de su fuego.

Es por ello que seguiré habitando en
el desierto de mi soledad, esperando
en una lenta agonía que mi ya desgastado
corazón de sus últimos latidos

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